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Mercados distribuidores mayoristas

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Muchas ciudades de los paises en desarrollo crecen a un ritmo del 6 al 10 por ciento anual y duplican su población al cabo de 8-12 años. Su sistema de abastecimiento de alimentos debe crecer de forma correlativa. El núcleo de dicho sistema consiste en un mercado al por mayor, en el que los minoristas establecidos en distintas partes de la ciudad para servir a los consumidores deben poder conseguir suministros de forma regular, rápida y a bajo costo. En muchas ciudades se tropieza con una situación en que o no existe un mercado conveniente de abastecimiento central, o está pensado para una población mucho menor y se halla ya congestionado y es antihigiénico. La planificación de un nuevo mercado al por mayor no es sólo cuestión de conveniencia material, sino también un medio para mejorar la eficacia general de las operaciones. Puede fomentarse una especialización más eficaz de las funciones de venta al por menor y al por mayor, lo que determinará un equilibrio más sistemático de la oferta y la demanda. En general, los precios establecidos en un mercado mayorista principal se convierten en la base para fijar los precios al agricultor y al consumidor.

Existe una filosofía de altibajos en los mercados al por mayor en función de los niveles de ingresos y de costo de la mano de obra. Con ingresos anuales medios de 100-200 dólares por persona, las compras de productos perecederos por parte del consumidor son muy limitadas. El campo que se ofrece a los minoristas especializados es, por lo tanto, pequeño. Las necesidades de consumo pueden ser satisfechas por empresas que conjugan las funciones de venta al por mayor y al por menor, junto con los agricultores que traen los productos de las zonas cercanas.

A nivel de organización económica y estructura de costos como sucede en los Estados Unidos, el movimiento de los productos agrícolas perecederos con destino al mercado central y que salen de él se considera costoso. El comercio al por menor está muy integrado. Unos pocos compradores hacen los pedidos de suministros para las cadenas minoristas dirigiéndose a los mayoristas por teléfono, negociando los precios según especificaciones de calidad y envase. Las entregas se hacen directamente a los almacenes de suministros de las cadenas o a los distintos puestos de venta al por menor. El mercado mayorista sigue teniendo una función como fuente complementaria de suministros, y en la determinación de los precios. Sin embargo, sólo el 2540 por ciento de los suministros de alimentos perecederos a una ciudad pasa a través de él. La situación de la mayoría de las ciudades de los países en desarrollo se halla entre esos dos extremos. A ese nivel intermedio de desarrollo es al que se dedica la sección siguiente.

El primer paso para planificar un nuevo mercado al por mayor es efectuar una evaluación objetiva del sistema de comercialización existente, de sus instalaciones, y de sus deficiencias. Deben estimarse las cantidades y tipos de productos que pasan a través de un mercado ya existente o que lo evitan. Para ello hará falta probablemente un estudio sobre tráfico que abarque todos los caminos que llevan a la ciudad y la entrada al mercado, estudio que debe repetirse cuantas veces sea necesario para cubrir las variantes de los días de la semana o de las estaciones. Los resultados servirán de base para decidir sobre la superficie total de mercado que hace falta, las necesidades de espacio para los diversos tipos de vendedores, vehículos, etc.

La información sobre el origen de los productos sirve también de pauta para las instalaciones que han de procurarse. Para los productos que proceden de los distritos vecinos, los animales y las carretas pueden ser el medio principal de transporte; por lo que en el mercado debe haber lugares provistos de sombra y agua. En cuanto a los productos procedentes de regiones más lejanas, es probable que se transporten en vehículos motorizados o por ferrocarril. Se necesitarán instalaciones adecuadas para la descarga y espacio de estacionamiento, junto con una disposición de mercado tal que se facilite el tráfico de entrada y salida. Cuando los productos lleguen de puntos distantes por trenes y camiones pesados se necesitarán más instalaciones de almacenamiento. Cuando el grueso de la producción provenga de zonas cercanas ha de proporcionarse a los productores amplio espacio para las ventas. Los productos de zonas distantes no suelen venir acompañados, los recibe un comisionista que actúa en nombre del cultivador.

La ubicación del mercado debe ser conveniente para las llegadas de los productos. También es importante que los minoristas tengan fácil acceso a él sirviéndose de los vehículos que pueden utilizar. Un tiempo de desplazamiento de 30 a 40 minutos es el máximo para las compras diarias.

Para que un mercado funcione económicamente es importante establecer con buen criterio los puestos de ventas. Los alquileres no deben superar el 2-3 por ciento del valor de los productos vendidos. La superficie asignada a cada mayorista debe corresponder a su volumen de ventas, con el objetivo de elevar al máximo las ventas anuales por m², por ej. a 15-25 toneladas por m². En la mayoría de los casos es suficiente una simple caseta con un toldo delante, bajo el que puedan exponerse los productos. Las casetas pueden disponerse en filas, dándose la espalda para mayor economía. Las paredes divisorias deben ser movibles, pero con suficiente resistencia para que los productos puedan apilarse apoyándose en ellas. Los mayoristas pueden montar una oficina a un lado, al frente, o en una plataforma elevada en la parte de atrás según prefieran. Para permitir la libre circulación de aire en los climas tropicales, los puestos de venta pueden colocarse debajo de un simple techo, abierto por los lados sin paredes o puertas. Puede emplearse una red de malla tupida cuando sea necesario proceder a la separación o cierre de todo el edificio. Los pisos elevados sólo lo necesario para que no retengan el agua son preferibles por su flexibilidad. Empleando simples transportadores de rodillos puede facilitarse la carga y descarga de los camiones en los mercados que no tienen plataformas.

Algunos puntos importantes para la disposición de un mercado son los siguientes:

Probablemente la mejor forma de administrar un mercado al por mayor es a través de una compañía o junta de mercado que comprenda representantes calificados de la administración municipal y central y de los diversos tipos de usuarios. La responsabilidad final por lo que respecta a las operaciones de los mercados mayoristas centrales debe corresponder a un departamento de mercadeo del gobierno. Para evitar que esos mercados se conviertan en un establecimiento cerrado, a la hora de asignar espacio debe darse prioridad a los recién llegados y a las cooperativas. La existencia de mercados mayoristas para la carne, huevos y aves de corral, pescado o flores, depende de las condiciones del lugar y de la coyuntura. Para la carne, deben preverse dos exigencias: la de instalaciones al por mayor para la carne de reses sacrificadas en un matadero local, y la de instalaciones para la carne de mataderos situados en zonas productoras distantes o importada de otros países el grueso de los suministros provenga de un único matadero local, el mercado al por mayor de carne puede estar contiguo. Cuando los suministros procedan de otras partes y lleguen en camiones o en vagones de ferrocarril refrigerados, podría ser ventajoso el tener un mercado mayorista de carne por separado, situado en un lugar conveniente. Este mercado de carne debe tener carriles superficiales para colocar las canales y también suficientes cámaras frigoríficas.

Costo/beneficios. Cuando se solicitan fondos públicos para invertir en nuevos mercados mayoristas, los solicitantes deben considerar que sus propuestas tendrán que competir con otros proyectos que también aspiran a ser financiados. Por consiguiente, es indispensable que las propuestas vayan acompañadas de un buen análisis de costos y beneficios. Los costos comprenden:

Los costos principales de un mercado nuevo son la compra de los terrenos y los de caminos, edificios y otras obras de construcción, los posibles aumentos de los gastos de mantenimiento y funcionamiento, y el inconveniente que para algunos usuarios del mercado supone el renunciar a los servicios ya existentes. Los beneficios directos de un nuevo mercado consisten principalmente en los ahorros en los costos de transporte y manipulación, y por retrasos, averías, etc. Habrá también importantes beneficios indirectos, entre otros:

En el Capítulo 2 se ilustra una evaluación de estos beneficios.

Un mercado mayorista central en Malta. Una solución económica para un problema de vieja data fue el establecimiento, en 1975, de un mercado central en Malta, para ello se utilizó un campo de aviación abandonado. Con arreglo al antiguo sistema de mercadeo, los agricultores llevaban sus productos a los pitkali y cooperativas, que los vendían a los minoristas a comisión. Su función consistía principalmente en reunir los productos y venderlos. También suministraban material de embalaje a sus clientes. Hasta la instalación del nuevo mercado, los pitkali, situados en las calles, se hallaban en cinco diferentes aldeas y sectores urbanos; contaban con instalaciones insuficientes, básculas de poca precisión y una organización de carga y descarga poco conveniente. Estos centros pitkali estaban abiertos desde las primeras horas de la mañana hasta avanzada la tarde, para recibir los productos o venderlos. No pudo mantenerse ningún acuerdo sobre horas de mercado.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno fijó una comisión para los pitkali del orden del 6,25 por ciento del precio de venta. Para proteger a los agricultores contra posibles abusos, el Gobierno también verificaba los pagos a los agricultores y de los compradores. Antes esos pagos se basaban en la confianza existente entre los pitkali y los agricultores. Se utilizaban tarjas, una para cada agricultor, en las que se hacían muescas para anotar débitos o créditos.

El campo de aviación ofrecía amplio espacio para los caminos de acceso, zonas de estacionamiento y futuras ampliaciones. Con unas cinco hectáreas de terreno, estaba bien situado en el centro de la isla. Buenos caminos lo untan con las zonas de producción y los centros urbanos. Dos largos hangares se dividieron en 18 puestos para los pitkali, cada uno de ellos con su oficina y salón de ventas; otro hangar se destinó a la cooperativa central. Se construyeron plataformas para mantener los productos a cierta altura del suelo. El nuevo mercado sólo disponía de una entrada, que podía vigilarse convenientemente. Se fijaron horas de mercado, unas para que los agricultores pudieran traer sus productos y otras para la venta a los minoristas. Antes de la hora fijada no se permitía la entrada al mercado ni de minoristas ni de vehículos, con lo que cada cual tenía las mismas probabilidades de obtener suministros. Un pabellón administrativo alojaba a las secciones administrativas y de cuentas y a los cajeros estatales; éstos recibían directamente todos los pagos hechos por los minoristas, depositando el dinero diariamente en el banco. Se utilizaba equipo moderno de oficina; el número de comprobantes emitidos para agricultores y minoristas ascendían en total, por cada concepto, a 25 000 mensuales.

Se vio pronto que los agricultores obtenían mejores precios con el aumento de la competencia. Para los usuarios del mercado, el horario fijo determinó beneficios reales, especialmente para los pitkali, que antes operaban desde las primeras horas de la mañana hasta las últimas de la noche. Mejoró mucho su modo de vida. Los minoristas también adquirían el producto que necesitaban en un periodo de tiempo más breve y con menos inconvenientes que antes, ya que había de todo en un único centro.

Para adaptarse a las breves distancias y tradiciones locales de Malta se celebraban las transacciones al por mayor al mediodía. Así los agricultores podían recoger y transportar sus productos al mercado durante la mañana. Los minoristas adquirían sus provisiones al mediodía y vendían a los consumidores en las primeras horas de la tarde, el momento preferido para las compras. Los productos recogidos en la mañana llegaban a la mesa del consumidor para la cena.

La situación en Malta, con sus 300 000 habitantes, es probablemente única. Sin embargo, la solución encontrada puede ser de alguna utilidad para otros países pequeños.

El Mercado Terminal de Alimentos del Gran Manila. Era un proyecto ambicioso tanto por lo que se refiere a la serie y escala de instalaciones como a la responsabilización operacional del Estado. De una reserva militar existente se obtuvieron 120 hectáreas en total. La construcción proyectada comprendía 400 dependencias para mayoristas de frutas y verduras, con 173 000 m² de espacio utilizable, cobertizos para los agricultores con 144 casetas de 11 m² cada una, dos salones de subastas con asientos cada uno para 160 personas y destinados a subastas a la baja, 60 000 m³ de espacio refrigerado para frutas y hortalizas, y edificios para fabricación de envases y embalaje de productos, controles de calidad, administración y servicios, y otras actividades.

El Mercado Terminal de Alimentos del Gran Manila constituía asimismo un organismo de desarrollo. Ayudaría a financiar a los agricultores, cooperativas agrícolas, mayoristas y camionistas verduleros en condiciones favorables. Organizaría y orientaría a las cooperativas. Elaboraría normas sobre calidades, mejoraría la manipulación, los métodos de envasado y transporte, y ofrecería además un servicio de venta directa al por mayor competitivo con los comisionistas tradicionales. Trataría también de estabilizar los precios y daría diariamente información sobre los mismos.

Se preveía que para 1970 el movimiento anual de frutas y hortalizas sería de 720 000 toneladas, un 40 por ciento de la cantidad total que llega a la zona urbana de Manila. El Banco de Desarrollo de Filipinas financió el proyecto, que se estimaba cubriría sus gastos de inversión y funcionamiento para 1975. Al mismo tiempo, este proyecto fijó dos grandes aspiraciones:

El Mercado Terminal de Alimentos del Gran Manila tenía sus ventajas para el transporte procedente de las zonas rurales, pero se hallaba demasiado alejado del centro de la ciudad por lo que algunos minoristas tendrían que servirse de submayoristas. La junta de mercado actuaría de mayorista, financiando a las cooperativas de productores en concepto de comisionistas suyos. Esto reflejó tradicionales celos de las empresas familiares chinas que dominaban la venta al por mayor de productos en Manila, y suscitó sospechas de una determinación de precios de oligopsonio. En la práctica, los mayoristas existentes se pusieron contra la dirección del mercado sin aportar ninguna solución práctica satisfactoria.

Algunos anos más tarde seguía sin utilizarse una gran parte de las instalaciones del mercado; otras nunca llegaron a construirse. En una reunión celebrada en Kuala Lumpur en 1975, se indicó que la estructura del mercadeo al por mayor de Manila se caracterizaba por mayoristas de pequeña escala que actuaban en el mercado mayorista central la Divisoria (el viejo mercado, no el Terminal del Gran Manila) y otros mercados mayoristas secundarios sin conexiones concretas con los proveedores y con instalaciones limitadas en cuanto a almacenamiento y demás operaciones mayoristas.

Dar-es-Saleam. En 1979, el mercado al por mayor de Kariakoo se hallaba situado en el sótano de un edificio de tres plantas del centro de la ciudad. Tenía una superficie utilizable de 2 250 m². Los productos principales allí tratados eran los plátanos, batatas, papas, mandioca, tomates, cebollas' naranjas, bananos y pescado ahumado. Estos productos también se vendían en las calles adyacentes. Los productos llegaban de las zonas productoras cercanas y lejanas, transportados principalmente por camiones de 3 a 7 toneladas de capacidad. El mercado al por mayor realizaba sus operaciones de S a 8 de la mañana. Los productos se vendían en cestas abiertas y en sacos. De acuerdo con los principios socialistas del Gobierno, los antiguos mayoristas se habían agrupado en 10 cooperativas; cada una trataba unos cuantos productos. Los oficiales contables anotaban el número de envases de productos que entraban en el mercado y el nombre del proveedor. Este vendía luego a una cooperativa o trataba de hacerlo directamente a un minorista. Los compradores eran comerciantes de mercados al por menor, hoteleros y restaurantes. Los productos solían salir del mercado de Kariakoo, en pequeñas camionetas o en carros de mano. Del funcionamiento del mercado se encargaba la Compañía del Mercado de Kariakoo, que establecía semanalmente precios mínimos y máximos para cada producto; una escala de precios para tener en cuenta las diferencias de calidad, y además cobraba derechos del 5 por ciento sobre el precio mínimo indicado, de cuya cantidad pasaba el 0,5 por ciento a la cooperativa.

El mercado tropezó con tres grandes problemas:

El mercado sólo entró en funcionamiento en 1975. Sin embargo, había sido proyectado diez años antes. La ejecución se demoró debido a incertidumbres sobre quién lo utilizaría en una economía socialista.

Figura 5. Diseño de locales destinados a la venta al por mayor.

En un estudio de propuestas para la ampliación de este mercado con objeto de cubrir las necesidades corrientes y futuras se formularon las siguientes observaciones:

  1. significaría menor congestión del tráfico;
  2. reduciría las "filtraciones", es decir que se vendieran productos a través de salidas comerciales menores y no tan bien organizadas;
  3. reduciría los costos de emplazamiento.

Los inconvenientes principales de un lugar fuera de la ciudad serían:

  1. que se trastocarían los hábitos arraigados de comercio, especialmente de los compradores;
  2. las menores posibilidades para que los minoristas utilizaran las carretas de mano, uno de los escasos medios de transporte que no depende del combustible importado.

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